10 abril 2013

El atráctor.

Te he traído entre mis manos
hacia este lugar próximo
con una dulzura que trasciende
el amor y la devoción.
Me he sentado frente a ti
y he entregado a tu figura
una sombra tierna y expectante.
Con los ojos en súplica
y la boca entreabierta,
he tragado envuelto en la costumbre
el vestigio de un ruego.

                                                                       (háblame)

Eres porcelana,
fino barro esmaltado inerte y frío.
No está hecho de palabras tu idioma.
Si alguna vez guardaste el calor de la tierra
o pudo haber paz bajo tu abrigo,
si alguna vez me amaste,
yo no estaba.
Te devuelvo a tu sitio,
al rincón de tu nombre,
a ese trono de rigor y disciplina
donde podrás cumplir con tu silencio.