31 octubre 2012

Auto contra mi retrato.

Qué lástima que otros no puedan verte a solas.
Eres tan ridículo.
Vas a misa y en voz baja omites
algunas frases del credo
porque tú ya eres leído
y has hallado inconvenientes.
Qué listo te crees
y qué tonto eres.
Hasta el más torpe microbio te da mil vueltas,
acuérdate si no cuando robaste
la cinta virgen de cromo en El Corte Inglés
y te cazaron.

Que nadie te entiende me dices lloroso.
(crees merecerte algo especial).

No soporto esa pose tuya
de niño tímido y afectado.
Fíjate ahora:
esta no es más que otra de esas maniobras.
Descruza ya las piernas
y afloja el último botón de tu camisa;
a mí no me engañas:
eres una bestia capaz de asir y destrozar
el cuello de cualquiera.

Pero te advierto una cosa:
tú no te escapas;
tarde o temprano
ajustarán la cuenta de las que mataste callando.

Y yo tendré que pagarla.

21 octubre 2012

El sabio.

Soy
estandarte de la ciencia,
abanderado del arte,
tajamar del intelecto.
Quienes hoy son maestros
bebieron la tinta que destilan mis lecciones.

Pero esta noche,
cuando la estepa blanca de la sábana
cerca inmensa mi cuerpo,
descubro agazapado al hombre,
inerte, deshecho.
Seco.

Todas las medallas son tensas cadenas
y yo esclavo de mi triunfo.

13 octubre 2012

Oficios de un odradek [VII]: hortelano.

Renuncio a estos órganos.
Renuncio a los ojos, a la lengua,
al sexo, a las manos
-aperos de conde,
frágiles, torpes y atrofiados-
por sembrar
con las atávicas lluvias
que harán mi carne grano,
los restos de mí,
semillas de un yo nuevo
en tus campos.

10 octubre 2012

Otro epitafio.

Este es
el último grito,
el alarido final,
el aire del estertor de muerte
que silba entre los dientes
y dice:
me cago en vosotros.