28 abril 2011

Panteón de Agripa.

26 abril 2011

Seguidilla del espectáculo.

Es nuestro mundo un circo
sórdido e insano:
tú la estrella sin brillo,
yo el terco enano.

22 abril 2011

Seguidilla del héroe.

Del calvario y la muerte
salvé al cobarde,
y a mí, que fuí valiente,
no hay quien me salve.

18 abril 2011

Seguidilla del disidente o del primer mandamiento.

- Uno de entre vosotros
traiciona al resto:
ama contra sus votos.
- ¿Seré yo, Maestro?

13 abril 2011

Seguidilla del incontinente.

Quiero callar y ser otro,
quiero y no puedo.
Cada palabra es un monstruo.
Dios mío, qué miedo.

11 abril 2011

Seguidillas de la infancia.

Yo soy el niño sucio,
¿quién me da audiencia?
Son mi recreo el vicio
y la violencia.

Yo soy la niña enferma,
todos me tocan.
Son mis manos de esperma,
de pus mi boca.

06 abril 2011

Seguidilla del insomne.

...tic-tac...corren las horas,
tanto que escapan.
Maldita sea esta soga
que ahoga y no mata.

04 abril 2011

Contrapoema nº 1.

Doy mi bendición a cualquiera.
Admiro este exacto agujero.
Confuso entre los vivos.

Confuso entre los vivos
doy mi bendición a cualquiera.
Yo soy un fantasma menudo
alumbrado por la luna,
terror de los gorriones.
Muerto de envidia.

No tengo disculpa,
mis propios dedos me señalan
sobre un mísero pesebre
una pena matemática.

Lloro dentro de un saco
con el pecho lleno de hormigas.

Yo soy la torpeza,
no me están permitidas esperanzas.

Mi discurso es inconexo,
con la punta de la lengua acaricio las preguntas.

¿Para qué te sirven los ojos?
¿Quién puso ahí esa boca?

Quiero ser un piel roja,
analfabeto, salvaje y mudo.

01 abril 2011

Garrotín del viento fresco.

Por la Cuesta del Caidero
una niña vi pasar.
Sabía que era veneno,
pero me quise envenenar.

Si el mundo un día se parara
y lo hiciera a voluntad,
pudiendo ver yo tu cara,
eso a mí que más me da.

Pregúntale al cielo raso,
que el cielo te contará,
las malas noches que paso
pensando dónde andarás.

Mi mujer ya no es mi mujer
que es la mujer de un cualquiera.
Lo cierto es que nunca lo fue.
Ay, madre mía, que pena.

Al garrotín, al garrotán,
a la Cuesta del Caidero no voy más.