Seguidilla del rescate.

De la oscura tormenta
quise salvarte
y al abrirte mi puerta
me llevó el aire.

Feliz Navidad.

Nacido Dios
y muerto mi amigo.

Muerto mi cuerpo.
Su espíritu vivo.
Vivo el desastre.
Muerto conmigo.

Nacido Dios
y muerto mi amigo.

Seguidilla de la Creación.

Vomitó Dios su angustia
y nació el hombre.
"Te daré tierra mustia,
mujer y nombre".

V.

Qué es mi boca
sino mis manos,
mis hombros,
mi cuello,
mis mejillas,
mi frente,
mis ojos.

Seguidilla del onagro.

Crucé valles y costas
sin pan ni agua.
Un zumbido de moscas
son tus palabras.

Trois je t'aime.

Quiromántico.

Seguidilla de las edades II.

La corriente del tiempo
un hombre arrastra
sin apenas aliento
ni plan, ni casta.

Seguidilla de las edades III.

En la cumbre del tiempo
un viejo espera
sin tener argumento
ni quien lo quiera.

Seguidilla de las edades I.

En la orilla del tiempo
un niño juega
sin saber del tormento
ni de la pena.

Wild oysters. Charles R. Bowers. Francia, 1941.

Seguidilla del torpe.

Entre el vientre y el pecho
hundí la cara.
¡No volveré a hacer lo hecho!
Pero hecho estaba.

Epílogo.

Brotando, pudimos asomar la cara por encima del suelo en un esfuerzo crujiente, como una cremallera. Los huesos casi rotos, el pelo podrido en barro y la piel arañada de arena y raíces.

Y al fin, qué aire, qué atmósfera de óleo, qué ansiado firmamento.

Qué enfermo hedor a Hombre.

Intermedio.

Sucedió.

En los despojos, en el espacio inútil cerca de la nada, en el casi vacío roto de lo que somos, lo más nefasto de lo que deseamos ser se acumuló, y un estruendo enorme de frustración derramada nos engulló, como una explosión de muerte súbita.

La montaña de restos quedó esparcida y comenzamos entonces a recomponernos adhiriendo escombros a las partes que aún conservábamos. El anhelo de recuperar los elementos propios se fue apagando y cada cual se conformó con restos desconocidos, perdidos o encontrados, tolerados o violados.

A veces creímos reconocer gestos, saludos, respuestas, incluso físicos completos en aquellas miradas lánguidas que cruzamos.

Y lo que en principio había supuesto una opción sin consuelo, la última salida ante el ser incompleto, nos complació, y cada vez más restos, más despojos, más reflejos y descosidos nos reinventaron, y nada de lo que un día fuimos, ni por supuesto, de lo mas nefasto que deseamos ser, aconteció.

Preludio.

El tiempo transcurrido aún no lo sabemos. Para algunos es eterno y para otros no ha comenzado. Un tiempo denso, inconsciente, de piel espesa y olor a hueso. Un tiempo inerte, sin alma, sin luces, sin tacto.

Y durante ese tiempo, vagamos.

Y nunca esperamos nada.

Seguidilla del soldado raso.

Anudaron mi lengua,
quebraron mis pies
y por ti, tras la guerra,
caminé y hablé.

Historia Natural: Ella.

Historia Natural: Él.

El amor propio.

Si alguien nos dice ¿Quieres otra vida
con otro rostro, el negro vuelto blanco,
lo triste alegre? No, le respondemos,
quiero sólo mi vida, mis pesares,
mi autoridad, mi sino. Y esta cara,
estos miembros, la altura en que ha crecido
mi propio nombre. Nada de lo ajeno
me compete alumbrar, yo mismo, el alma
de mi carne, sus rasgos distintivos,
estos ojos, la boca que me dieron,
y la forma precisa de mi mano
y el sonar de mi voz. Cuerpo que un pulso
me da y recibe, un pulso peligroso,
un afán insaciable, ser conmigo
lo único posible, un alma errante
fijada por mis pies a la ancha tierra.
Por mis pies el mensaje que me asciende
de la planta al cerebro. Ser un hombre,
un hombre escuetamente aunque vencido.

Juan Gil-Albert. Homenajes e In promptus, 1976.

Seguidilla del herrero.

Junto al rumor del agua
apagué el beso,
pero en mi fuego fragua
de nuevo ileso.

Seguidilla del rabioso.

Un animal sin dueño
hoy me mordió.
Transformó en real el sueño
y se marchó.

Seguidilla del sastre.

Tejeré una bufanda
como tu pelo.
Será la soga blanda
que ahogue mi duelo.

Fotografía dañada 01.

Collado Chaquetas.

Envidio tu tierra,
tu escarcha,
tu hierba húmeda,
tus colores.

Envidio tu aire,
tu olor,
tu atmósfera fresca,
tu sombra.

Francis Bacon & David Sylvester 2/2.

Francis Bacon & David Sylvester 1/2.

Seguidilla del amante caníbal.

Boca de leche y de miel
calmas tu hambre.
Pero si arrancas mi piel,
¿no ves la sangre?

Seguidilla del poeta.

"Breve Historia del Mundo"
un verso nombré.
En él narré el absurdo
entre hombre y mujer.

Seguidilla del invierno.

En la carne del muerto
sentí el frío.
Quise abrigar su cuerpo
y murió el mío.

Film 3/3.

Film 2/3.

Film 1/3.

Seguidilla del títere.

Con las manos gobiernas
esta figura,
y alumbran tus dos piernas
mi mente oscura.

Mateo 3, 1-17.

Taranto del Niño Menguante.

Soy natural vegueño.
Me llaman el Niño Menguante
y soy natural vegueño.
Viajando voy con mi cante
mecido de sueño en sueño,
mecido de sueño en sueño.

No le temo a la muerte,
porque soy limpio y generoso.
No le temo a la muerte.
Sólo temo ver tu rostro
y no poder tenerte,
y no poder tenerte.

Seguidilla de las Angustias.

Frente a la cruz del Campo
olí tu pelo
y el aire dulce y santo
fue pan de anhelo.

Doomsday.

Romance de Juan de Osuna.

No hay flor como la amapola,
ni corazón como el mío,
que lo sentencian a muerte
por tenerlo repartido.

A las dos de la mañana
me vinieron a buscar
tres pares de ojitos negros
y me tuve que entregar.

La mano en el evangelio
la pongo yo aunque me muera,
que yo no he matado a nadie
de noche en la carretera.

Los tormentos de mis negras duquelas
no se los mando ni a mis enemigos.
Yo soñaba con clavito y canela
y me despertaron para darme castigo.

Mi sangre y mi vida,
mi lunita clara.
Con lo mucho que yo la quería
se va sin volver la cara.

La rosa de los amores
la cortan pobres y ricos,
y todos acaban llorando
igual que los niños chicos.

Quintero, León y Quiroga.

Chamanismo.

Anoche soñé contigo.

Estabas al otro lado de la máquina con la que nos comunicamos y el ruido impedía que me entendieras.

Desesperé y aparecieron por ti enviados pequeños autómatas niños, como juguetes de sí mismos, corriendo de la máquina hacia mí, hostigándome.

Por el miedo, arrojé a uno de ellos a través de la ventana y al estallar contra el suelo, se hizo leche y cubrió de blanco la acera.

¿Podrías explicarlo?

Barrio.

Transformación en poema de un párrafo del libro del reloj de arena de Ernst Jünger.

Aún no se ha vaciado,
aún está medio llena
la ampolla superior
del reloj de arena.

Maternidad.

Tentetieso

Tratado del clima.

Al salir ayer de la oficina quedé para comer con dos amigos. Fuimos después a ver libros y al despedirnos decidí volver a casa.
Hacia Ventura Rodríguez, sentado en la acera, un viejo vagabundo me preguntó:
- Pepe, ¿está cambiando el tiempo, no?
Yo miré al cielo y sin sorpresa respondí:
- Eso parece.

Fuego en Castilla 3/3.

Fuego en Castilla 2/3.

Fuego en Castilla 1/3.

Historia de un amor verdadero.

- Déjalo todo y ven conmigo - dijo -.
- Hecho - contesté -.

Familia.

Seguidilla del viajero.

Del lunar en la mano
un mundo asombra,
pero se vuelve vano
cuando se nombra.

Seguidilla de los agravios.

Porque nadie te quería
no hicimos duelo
cuando ardiste un día
en tu atroz fuego.

Seguidilla del carpintero.

Lago, muestra la luna
cuarto menguante.
Yo, tallaré una cuna
con su semblante.

Seguidilla del corazón salvaje.

No quiero plata ni oro,
ni casta ni clan,
ni ser yo tu tesoro.
Quiero libertad.

Seguidilla del hambre.

De tu mano fui al río
por la mañana.
La sed perdí de hastío.
Ay, ¿Quién me sana?

Seguidilla de Robinson Crusoe.

Con un solo muñeco
jugué de niño.
Fui la voz de su eco
y él mi cariño.

Seguidilla de la patria.

Una línea de sangre
tracé en penumbra.
Un extremo es mi madre,
otro es mi tumba.

Seguidilla del bombero torero.

!Baila enfrente del toro,
bufón enano!
Mujer, no rías si lloro,
porque es mi hermano.

Luna.

Tour Eiffel.

Variación a mi propio nombre de un fragmento del poema de Miguel Hernández titulado "Me llamo barro aunque Miguel me llame".

Me llamo barro aunque José Luis me llame.
Barro es mi profesión y mi destino
que mancha con su lengua cuanto lame.

Mujer vestida y calavera.

Muro.

Revolución.